La casualidad que cura. Alexander Fleming.

Muchos de los grandes descubrimientos de la historia de la ciencia se produjeron por casualidad. Pero la casualidad por sí sola no basta, lo importante es estar ahí cuando sucede y tener los conocimientos necesarios para interpretarla. En 1928, en el curso de los experimentos con bacterias Alexander Fleming se dio cuenta de que, alrededor de una mancha de moho que había contaminado por casualidad uno de sus cultivos, las colonias de bacterias habían muerto. En lugar de desechar el cultivo sin más, como hicieron muchos otros antes que él, Fleming investigó sus causas y logró abrir el camino que proporcionó a la humanidad una de las armas más poderosas en la lucha contra la enfermedad: la penicilina.

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Las mentes más claras de la historia han ido tejiendo poco a poco la intrincada tela de araña del conocimiento científico. De aquellos y aquellas que destacaron por encima de otros hablamos aquí. En cada programa les ofrecemos la biografía de un gran sabio y todas ellas se van sumando a nuestro podcast: Ciencia y Genios.