El cuarto volador

Las investigaciones de Gregor Mendel tuvieron una segunda vida y alcanzaron el reconocimiento que merecía después de su muerte. El zoólogo inglés William Bateson leyó el escrito de Mendel en 1900, en un viaje en tren de Cambridge a Londres. Se dio cuenta de la importancia del contenido y se impuso la tarea de hacerlo conocer. Bateson se convirtió en un verdadero discípulo y se sumergió de lleno en su afán para que el mundo entero supiera de Mendel: se encargó de la traducción al inglés y de la publicación del escrito original en alemán, visitó Brno para hacerse una idea más clara del origen del trabajo del monje en su abadía y se dedicó a aplicar los principios de Mendel a sus propios experimentos con animales. Como el propio Mendel lo había dicho, “algún día lo sabrán”, su legado se clavó en el pensamiento de todos los que trabajaban en la biología.

Om Podcasten

En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercaremos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Habrá de todo como en botica; historias de la biología, diversas en contenido y extensión aunque amarradas por esa grandiosa idea de la evolución.