El Hombre que bebió cólera.

Ilya Metchnikoff (1845-1916) descubrió que en los organismos inferiores, que no tienen cavidad abdominal ni intestinos, la digestión la hace un tipo particular de células, las células mesodérmicas móviles, que andan por ahí engullendo y disolviendo partículas de alimento. Mirando esas células en las larvas transparentes de una medusa, Metchnikoff, con 37 años, fue golpeado con una idea. “Qué tal si células similares pueden servir en la defensa de los organismos contra los invasores?” -escribió. Molió espinas de rosas y se las dio a las larvas. Las larvas reconocieron las espinas como intrusas y las células mesodérmicas las rodearon para engullirlas. Nombró a las células fagocitos, que en griego significa devoradoras y las asoció a “una armada lista para atacar al enemigo”. En 1908 recibió el Nobel en medicina por el descubrimiento de células fagocíticas y su papel en el sistema inmunológico humano.

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En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercaremos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Habrá de todo como en botica; historias de la biología, diversas en contenido y extensión aunque amarradas por esa grandiosa idea de la evolución.