La curiosidad no mata al gato.

Aunque la curiosidad es un elemento básico de nuestro conocimiento, la función biológica, los mecanismos y las bases neuronales no se han establecido aún con claridad. Para entender el desarrollo del comportamiento de la curiosidad lo mejor es estudiar a los niños. Si se les da un juguete nuevo, pasan más tiempo jugando y descubren más de su funcionamiento cuando no reciben información previa. Lo más llamativo es que prefieren juguetes de los que no conocen nada, indicando que la curiosidad de los niños está lista para que se les enseñe la estructura del entorno y más adelante la del mundo. Este comportamiento que permite una búsqueda estratégica de la información en niños pequeños, ya es más sofisticada que la exhibida en los primeros años del desarrollo, cuando se limitaba a la observación total y “pasiva”.

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En Cierta Ciencia, de la mano de la genetista Josefina Cano nos acercaremos, cada quince días, al trabajo de muchos investigadores que están poniendo todo su empeño en desenredar la madeja de esa complejidad que nos ha convertido en los únicos animales que pueden y deben manejar a la naturaleza para beneficio mutuo. Habrá de todo como en botica; historias de la biología, diversas en contenido y extensión aunque amarradas por esa grandiosa idea de la evolución.