El sanchismo se tiene que regenerar
Sánchez quiere presentar un programa de regeneración que nadie le ha pedido y para el que no tiene apoyos parlamentarios. En cambio, debería presentar a su partido un proyecto para acabar con la deriva populista que le sitúa en el mismo marco ideológico que el peronismo, el sandinismo u otros radicalismos de la izquierda iberoamericana. El PSOE se ha convertido en un proyecto personalista al servicio de un desaforado caudillismo que ha acabado con cualquier atisbo de democracia interna o debate ideológico. La ilegal e ilícita ley de amnistía es la culminación de esta deriva autoritaria, ya que este giro de 180 grados ha sido aceptado sin cuestionar su incoherencia, su chapuza legislativa y demoledor ataque a la separación de poderes. Nada que haga Sánchez merece otra reacción que el aplauso fervoroso de unos dirigentes que solo están movidos por el apego a los cargos. La guardia pretoriana que gobierna el partido es inmune a la autocrítica. Es algo característico del autoritarismo democrático, donde los partidos dan paso a la partitocracia y se convierten en un fin en sí mismo en lugar de un vehículo de participación democrática.