Marta Rovira, entre lo ridículo y lo grotesco

Una de las cosas que más me divierten estos días es el ridículo estrepitoso que está protagonizando la exiliada catalana más esnob. Tras varios años viendo a cuerpo de reina en Suiza regresó a Cataluña como si fuera nuestra pintoresca Juana de Arco. A los catalanes nos gustan las cosas excéntricas. Por supuesto, ERC estuvo sufragando su doloroso exilio en el paraíso de los millonarios del mundo. He tenido compañeros profesores que han tenido que ir a investigar, tienen archivos muy interesantes sobre la Historia de España, y son testigos de excepción de lo cara que es la vida allí. Marta Rovira llegó a Barcelona dispuesta a tomar las riendas de su partido, llevar adelante las negociaciones y, sobre todo, acabar con su «padre» político.

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