Puigdemont levanta o baja el pulgar

Estos días están de moda los gladiadores. Es habitual utilizar esa imagen del pulgar del emperador para decidir la vida y la muerte. No importa el rigor histórico, como se puede comprobar con el nuevo bodrio que ha perpetrado Ridley Scott tras el disparate de «Napoleón». En esta ocasión ha decidido aprovechar el éxito de «Gladiator», para sacar una secuela, «Gladiator II», que consigue superar en sus errores a la anterior, aunque sigue siendo un entretenido espectáculo cinematográfico. En estos casos, no cabe esperar una fidelidad a la realidad histórica y tenemos que asumir que es una ficción destinada al entretenimiento, aunque con el típico deseo pretencioso de darle un barniz de historicismo divulgativo. 

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