Nuestro pecado: La última interrogante I
En lugar de ser gobernado por el pecado, ríndase a Dios —el Único que es soberano de verdad— y reconozca su posición de autoridad.
En lugar de ser gobernado por el pecado, ríndase a Dios —el Único que es soberano de verdad— y reconozca su posición de autoridad.