La Biblia como ancla del alma.
En el ritmo acelerado de los días, donde las agendas se llenan y los pensamientos se dispersan, hay un susurro que permanece. No se impone, no interrumpe, pero insiste con ternura. Es el susurro del alma que busca descanso, que anhela sentido, que clama por una presencia que no se apague. En ese espacio interior, donde el ruido externo se desvanece, comienza esta travesía. No es una huida del mundo, sino un regreso al corazón de lo eterno.Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.