La lucha contra principados y potestades.
La vida cristiana no es una caminata pasiva ni una rutina religiosa. Es una batalla constante, una guerra que no se libra con armas físicas ni se gana con estrategias humanas. Es una lucha invisible, pero real, que se manifiesta en nuestras emociones, pensamientos, relaciones y decisiones. Esta guerra espiritual no se trata de pelear contra personas, sino contra fuerzas que operan en lo oculto para alejarnos del propósito de Dios. Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.