Episodio 4 - Sangre en las calles

El miedo dejó de ser una posibilidad abstracta y se convirtió en sangre sobre el asfalto. Tabo, escolta y jugador de voleibol en Primera División, vio cómo el terrorismo marcaba para siempre la vida de un compañero de equipo. Ainhoa Villanúa, concejala en Lezo, empezó su día con un café y lo terminó con una imagen que nunca lograría borrar de su memoria. Y Aitor, tras una década protegiendo a otros, recibió una llamada de su hermano que le anunció lo impensable: la violencia había vuelto a golpear demasiado cerca. En ese juego de amenazas y plomo, nadie era intocable.

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A finales de los años 90 pasaron muchas cosas que están marcadas en la memoria colectiva de España. Los asesinatos de Gregorio Ordóñez y de Miguel Ángel Blanco abrieron un nuevo episodio de terror en el País Vasco. Cambiaron las reglas del juego y el Estado tuvo que actuar dando protección a cualquiera que levantase la voz contra ETA, entre ellos concejales de pueblo, periodistas o profesores. Cerca de 3.000 escoltas privados sirvieron en el País Vasco entre los años 1999 y 2012. La suya fue una profesión nueva, que se creó de la nada y con gente que apenas tenía experiencia. En ese camino marcado por la violencia, se crearon nuevas relaciones, se rompieron familias y se convivió con un enemigo invisible y letal.