Mi demonio de parálisis del sueño me salvó la vida.
La primera vez que vi al Don patas marrón tenía solo diez años. Pensé que era una pesadilla. Una parálisis del sueño cualquiera. Pero él volvió. Me observó crecer. Me acompañó en los peores momentos de mi vida. Me vio tocar fondo... y también estuvo ahí cuando quise desaparecer.