La piel se me erizó, de Karla Barajas
La piel se me erizó Karla Barajas —Les pedí, en tono amable, que no se comieran los cacahuates, son para Laura, tanto que los cuidaba. Dejaron el altar vacío y la basura por todos lados. ¡Son unos perros malcriados! —regañé a mis mascotas. —Yo les di permiso, tía —dijo el eco de una voz parecida a la de mi difunta sobrina.