323 - Andrei Rublev - Andrei Tarkovsky - La gran Evasión
Subir al cielo en un globo primitivo, fabricado de remiendos y de jirones. La tenacidad del diferente, abocado a la caída y aún así, volará por unos momentos en el firmamento, por encima de un mundo inhóspito. El cine de Tarkovsky discurre desde el más nimio detalle, unos pinceles, una rama, un cuenco de leche, a lo inabarcable, a la planicie infinita en la que se pierden los tañidos de una campana ante unas gentes desperdigadas en el paisaje. El arte sería inútil si el mundo fuera perfecto, si no lo necesitara para sublimar la existencia. Esta idea subyace en Andrei Rublev, sencillo y colosal a partes iguales. Tarkovsky busca expresar la profundidad de forma sencilla, sin manierismos y manteniendo el misterio, a la manera de un Haiku japonés o un icono ruso del siglo XV. Planos secuencia, planos circulares, planos cenitales desde arriba imponentes, para captar la grandeza de unas tierras tan vastas como las de la Madre Rusia. Tarkovsky proyecta cada momento del film con minuciosidad. Sabe recrear trozos de vida con naturalidad, ocultando el artificio. Si uno se deja llevar por este documento testimonial de un tiempo y de un lugar que el realizador lleva dentro, le parecerá que esas iglesias, esas cabañas, esos arroyos y esas gentes son realmente de otro tiempo. Se busca la sencillez no abigarrada, la misma de las obras del maestro Teófanes que Kiril admira. Kiril, el monje sin talento, envidioso de su compañero Andrei, atormentado por los celos y su complejo de inferioridad. ¿Pues no nos decían que en el medievo el hombre no buscaba la gloria o el reconocimiento mediante sus dibujos o su literatura? La rebelión, la crisis del artista y sus contradicciones. Andrei abandona el monasterio y se aventura con sus dos compañeros por tierras donde conocerá el sufrimiento, la tentación en un bosque pagano, el abuso de autoridad, la barbarie de los tártaros en alianza con los nobles locales, las peticiones de los déspotas. Un monje pintor al que nunca veremos pintar, a lo sumo arrojar pintura sobre una pared desnuda. Tras la experiencias vividas Andrei hará un voto de silencio y renunciará a la creación. Encontrará al fin a Boriska y abrirá los ojos , el huérfano adolescente afirma conocer el secreto. El joven encontrará la arcilla perfecta de casualidad, al caer a un terraplén se agarrará al barro más puro, y sabrá en ese momento que es el que necesita para forjar la campana de bronce. En un mundo oscuro la belleza existe, aún pueden flotar las plumas, copos de nieve en la misma naturaleza, las plantas siguen la corriente del arroyo, un caballo retoza alegre a la orilla del río, y al final la revelación, los iconos de Andrei Rublev aún se conservan, las imágenes sacras llenan de color la pantalla, nos aturde y emociona asistir al detalle de lo universal, al banquete de la salvación en un cáliz dorado , el oro de las ropas , los rojos granates de las túnicas. los caballos bajo la lluvia, la armonía bizantina de una mirada única, la de Andrei Tarkovsky. Esta noche esperamos en una llanura el tañido de la campana recién forjada... Zacarías Cotán, Gervi Navío, Salvador Limón y Raúl Gallego Blog: cinemalagranevasion.blogspot.com Instagram: la_gran_evasion1_ https://www.instagram.com/la_gran_evasion1_/