Cocina para nuestras bacterias.

Cocinar los alimentos aumenta en gran medida su valor calórico, porque facilita de manera muy importante la digestibilidad, tanto de los hidratos de carbono como de las proteínas. Gracias al efecto que el cocinado de los alimentos ejerce sobre su valor nutritivo aprovechable, nuestra especie evolucionó. El tamaño de las mandíbulas, intestino y el estómago se redujo pero, al ser más nutritivos los alimentos, podían obtener energía suficiente para alimentar un cerebro más grande. El cambio de dieta afectó también a las poblaciones de bacterias de nuestro intestino. Ahora, un grupo de investigadores ha investigado cómo afecta una dieta cruda y cocinada a la flora bacteriana de ratones de laboratorio y ha descubierto que los genes activados fueron muy diferentes. Entre ellos se encontraban genes que luchan contra los antibióticos, en particular contra los producidos de forma natural por las plantas para protegerse de las bacterias, que son inactivados por el calor y que ya no se encuentran, por ello, activos en los alimentos cocinados.

Om Podcasten

El quilo, con “q” es el líquido formado por la digestión de los alimentos en el estómago, antes de su paso al intestino delgado. En el podcast Quilo de Ciencia, realizado por el profesor Jorge Laborda, intentamos “digerir” para el oyente los kilos de ciencia que se generan cada semana y que se publican en las revistas especializadas de mayor impacto científico. Los temas son, por consiguiente variados, pero esperamos que siempre resulten interesantes, amenos, y, en todo caso, nunca indigestos.