30) Tres dias con San Ignacio de Loyola Dia 3: El Fuego del Más
Una vez que aprendemos a encontrar a Dios en nuestra vida, surge una pregunta natural: Y ahora, ¿qué? La respuesta de Ignacio es una palabra: Magis.Pero debemos tener cuidado. El #MAGIS ignaciano no es la búsqueda ansiosa de la perfección, ni una carrera por la excelencia que nos lleva al agotamiento. No es ser los mejores o los más eficientes. Esa es una trampa del ego. El magis es algo mucho más profundo: es la respuesta de un corazón agradecido que desea amar más y mejor. Es el impulso de la Vida misma que siempre busca más plenitud, más justicia, más compasión, más libertad. Es un dinamismo que nos saca de nosotros mismos y nos pone al servicio. Un servicio que nace de la convicción de que el amor debe ponerse más en las obras que en las palabras. Un servicio que integra lo que a veces vemos como opuesto: la fe y la promoción de la justicia, la contemplación y la acción, el estar con los más pobres y, a la vez, buscar transformar las estructuras que generan esa pobreza. Y en este camino, no estamos solos. Quizás el mayor descubrimiento de Ignacio, y su mayor legado, es la importancia de la comunidad, de los otros, de las otras… ‘la compañía’. Necesitamos de otros para ver con claridad, para no perdernos. Necesitamos ser acompañados y acompañar a otros, porque nos ayudamos mutuamente a nombrar por dónde nos viene la vida. Hoy es 31 de julio y celebramos a #SanIgnaciodeLoyola, no solo como fundador o místico, sino como un incansable escritor de cartas cuyo corazón y sabiduría fluían a través de la tinta, encarnando el MAGIS ignaciano en acción. Con pluma atenta y espíritu pastoral, Ignacio tejió una red de consuelo, guía y ánimo que cruzó continentes, yendo siempre más allá de lo meramente necesario. Sus cartas fueron mucho más que órdenes o noticias; fueron instrumentos de acompañamiento espiritual personalizado, donde el MAGIS se manifestaba en el esfuerzo constante por alcanzar a cada hermano, en la creatividad para adaptar el mensaje a situaciones únicas, y en la profundidad de amor invertida en cada palabra. Sin duda podríamos decir que su legado epistolar es una invitación perenne al MAGIS: a no conformarnos con lo mínimo en la caridad, a buscar siempre más formas de sostener, corregir con delicadeza y encender la chispa de la fe en el otro, ampliando constantemente la "tienda" de nuestra entrega por la mayor gloria de Dios.