Club del cringe
Para crecer, primero hay que hacer el ridículo ¿Alguna vez enviaste una carta de amor cuando estabas en la secundaria? O quizás anhelaste tanto a alguien que tuviste que dejarlo todo en las páginas de tu diario. Seguramente todos hemos enviado un correo electrónico o hemos publicado algo en Myspace digno de vergüenza si la persona que nos gustaba en ese entonces lo leyera